Experiencia Social Apartment

Hoy quiero contarles sobre mi última estadía en Tokio: Tres meses en un social apartment. La idea surgió mientras navegaba por internet y descubrí la página de Social Apartment. Desde el primer vistazo, me cautivó la idea de tener un espacio propio en un edificio completo, con zonas comunes que iban más allá de lo convencional: cocina, bar, cine y gimnasio. Aunque ya había tenido experiencias en colivings, este concepto me pareció aún mejor. Se trataba de más que simplemente compartir un espacio; era la oportunidad de tener mi propio lugar privado con la conveniencia de espacios compartidos diseñados para fomentar la interacción. Visualicé el lugar ideal para trabajar cómodamente de forma remota, más barato que un hotel y con la posibilidad de compartir momentos con otras personas que buscaban experiencias similares.

Al contactar al equipo de Social Apartment, me sugirieron esperar hasta un mes antes de reservar, alegando que estaba demasiado anticipado. Al iniciar la reserva un mes antes, surgieron complicaciones. Inicialmente, rechazaron mi estadía de 86 días en lugar de 3 meses, pero llegamos a un acuerdo para pagar la duración completa. Descubrí que solo dos lugares se podían alquilar por tres meses, y de esos, solo uno tenía disponibilidad, pero la habitación carecía de baño. Aunque acepté, la siguiente sorpresa fue la falta de muebles, que resolví alquilándolos por separado a través de ellos. Cada intercambio de correos parecía una nueva negativa, pero mediante MIS propuestas, logramos acuerdos. Finalmente, recibí la solicitud de pago, abonando 341,000 yen (aproximadamente 2269.93 USD) por los tres meses.

El día de mi llegada a Tokio trajo una complicación: no iba a haber nadie en el apartamento para recibirme solo podía registrarme en la oficina en Shibuya y obtener las llaves, una tarea incómoda llevando todas mis valijas. A pesar de ello, el proceso de registro fue simple, y en la oficina, me informaron sobre las reglas de la basura, activación de la casilla de correo (que no necesité) y un agradable beneficio de 70 USD al mes en el café del edificio, que resultó ser una grata sorpresa y se convirtió en mi lugar diario para desayunar.

Una vez dentro del edificio, me adentré en mi pequeña habitación al estilo japonés. A pesar de su tamaño compacto, estaba perfectamente diseñada con espacio para un escritorio, cama, un lavabo y un armario. La habitación también contaba con una puerta que conducía a un mini balcón y una ventana que dejaba entrar la luz natural. Por la tarde, llegaron los muebles que había solicitado: una cama (Sin colchón), un escritorio, una lámpara (el cuarto no tenia luz) y una pequeña heladera que añadí por un costo adicional de 70 USD. Para la cama adquirí un futón con cobertura y unas telas con clips en Donki por un total de 40 USD, convirtiéndolas en cortinas improvisadas. A pesar de que mi habitación carecía de wifi, contaba con una entrada de LAN. Para solucionarlo, opté por enchufar mi laptop y usarla como repetidor de wifi. Aunque el apartamento ofrecía alquilar un dispositivo para este propósito, personalmente no lo consideré necesario.

Mi estancia en el apartamento fue tranquila y agradable. El diseño bien pensado del lugar incluía ventanas en cada habitación que proporcionaban abundante luz natural. Con alrededor de 20 habitaciones por piso, cada nivel contaba con tres baños, dos duchas y una bañera, así como tres lavarropas/secarropas. La distribución de las áreas de baño y lavandería, separadas por géneros y por piso (por ejemplo, el primer piso para mujeres, el segundo para hombres), brindaba comodidad y privacidad. A pesar de que algunas de las amenities y zonas comunes parecían más amplias en las fotos, en realidad eran más pequeñas, y algunas, como el cine, estaban cerradas. La zona de oficina resultó ser un sótano sin ventanas, con poco atractivo. Personalmente, no utilicé muchas de estas áreas, excepto el café, que resultó ser excelente. Aunque el lugar estaba ocupado, la tranquilidad predominaba. Cerca de la mitad de los residentes eran japoneses, muchos de ellos estudiantes o extranjeros trabajando o estudiando, lo que proporcionaba un ambiente sereno y alejado del bullicio de un hostel de vacaciones. La comunicación estaba centralizada en una aplicación práctica que permitía conocer actividades, informar problemas y socializar con los vecinos de ese social apartment y de los otros del país.

En resumen, mi experiencia fue positiva a pesar de las complicaciones iniciales en el proceso de reserva. La estancia resultó muy agradable, considerando un costo de aproximadamente menos de 30 USD por noche para una habitación privada en una ubicación muy buena, cerca de la Estación Shin-otsuka. Creo que es una opción excelente, especialmente para estancias prolongadas en Japón.


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